LAS GAITAS MACHO Y
HEMBRA
Sin lugar a dudas estos dos instrumentos podrían catalogarse como los más originales en su construcción, los más auténticos por ser decididamente los utilizados por los indígena y las mezclas de razas de la Costa Atlántica y porque, además, logran los más excitantes y bellísimos sonidos, únicos en Latinoamérica que yo sepa, y con los cuales se conformaron, la Cumbia, el Mapalé o Berrinche y el Porro, además de otras formas derivadas, como la Gaita. Todo esto creo que ya está ampliamente conocido, al menos de unos cuantos colombianos enamorados de nuestros antecedentes y de nuestras propias expresiones. Se sabe cómo se hacen, cómo se utiliza la cera y se entierra en ella el cañón de una pluma de ave; cómo las dos gaitas, la macho y la hembra, —al igual que en las escuelas de los niños en Grecia con el Aulos macho y hembra, según Salazar—, se acompañan, se ayudan en sus improvisaciones, pues anteriormente la música seguía teniendo el poderoso encanto de lo que se improvisaba emocionalmente ya que no existían formas musicales definidas, improvisaciones que como en la época de San Ambrosio o San Agustín surgían espontáneamente, corno surgían entre los indígenas o los negros, grupos que ya en vez de cantar con la voz, cantaban con las gaitas excitantes, sin medición de tiempo, o condiciones formales, digo, todo esto o algo más se sabía de las gaitas pero para mí seguía siendo un misterio el nombre pues aunque siempre he pensado, y sigo pensándolo que fue el nombre que los mismos españoles le dieron al escuchar estos instrumentos, no podía creer que fuese un instrumento parecido a la gaita escocesa que tiene el zurrón de aire con el cual continuamente se producen los sonidos, para mi gusto, algo parejos por tener la misma presión, y que en nada se parecen a los de nuestras amadas gaitas macho y hembra de la Costa atlántica, tocadas por los indígenas principalmente y adoptadas fraternalmente por negros y mestizos.
¿Por qué, por qué las llamarían
gaitas? Bueno, he encontrado finalmente algo interesante que podría dilucidar
ese enigma que me molestaba tanto. John Storm Roberts, en su libro La música
negra Afroamericana, se refiere a un apasionante tema, el “arabismo”. Nos dice
por ejemplo que, “el enfoque melódico árabe, relativamente sencillo, pero
largo y muy ornamentado y característico, se abrió paso en la música
africana”. Nos recuerda que en la Edad Media, Tamboctú era una gran ciudad
universitaria, y había tanto movimiento dentro del mundo árabe musulmán como en
la Europa medioeval. También lo ochocientos años en que España se dividió en
dos, tanto cultural como espiritualmente: los llamados reinos mozárabes cuya
capital era Sevilla, y el área cristiana, cuyo centro era Zaragoza. Nos cuenta
de cierto “canto recitativo sin estructura métrica obvia y una gran cantidad
de ornamentos; un tono de canto áspero y nasal”. Posteriormente a manera de
coda, nos dice algo mucho más interesante que es lo que cito textualmente:
“Dicho sea de paso, un oboe moro, llamado Rhaita se encuentra en España (donde
se lo llama gaita) y en el Africa Occidental (los hausas lo llaman Alghaita)”.
Esto nos aclara y nos confunde a la vez. Nos aclara el por qué se le llaman
gaitas a las nuestras macho y hembra. No hay dudas que se parezca el sonido al
oboe más que a la gaita escocesa. Pero ahora nos surge otra pregunta: ¿Acaso
sería que ellos traerían esas gaitas...? Habrá que ahondar más en esa
investigación para decidir si las gaitas que usan los Indios Ijca fueron
productos de sus culturas o de otras culturas precolombinas, lo cual me inclino
a creer, o si por el contrario, los españoles y hasta los negros trajeron esos
instrumentos que de pronto fueron adoptados. Para mí, todavía pienso que los
españoles al escuchar estos instrumentos de los indios de la Sierra Nevada,
los bautizaron con el nombre de gaitas por parecerse a las Rhaita o Alghaita
que eran gaitas precursoras del oboe. Y lo de macho y hembra...? Me aventuro a
pensar que eran expresiones naturales de quienes no tenían el pudor o complejo
de ver las cosas por su naturaleza masculina o femenina. Bastaría ver
representada alguna obra de Aristófanes para saber que el sexo, los ademanes,
las palabras, servían de un cierto gozo refinado, de burla a lo más “sagrado”
del hombre, que se entendía de otra manera. Ya lo dijimos, los griegos usaban también
la palabra macho y hembra para el aulos, el instrumento dedicado a Dionisios.
En todo caso, ahora tenemos que las gaitas podrían ser instrumentos con
palabras que implicarían procedencia española, negra o árabe e indígena
colombiana. No hay misterio alguno. Los instrumentos musicales apenas son
medios utilizados para expresar cierto tipismo expresivo. Los instrumentos
existen y se escogen. Recordemos el Laúd, que después de miles de años, renació
en la Europa de siglo XI, la Kena o Flauta de pico de la cultura Salmar,
Mochica o Chimú y la misma cultura Inca, que ahora reaparece como reapareció
entre los hippies de la Edad Media en Europa.
Vale la pena citar también la
llamada Gaita, en las cercanías de Maracaibo, una especie de canción de navidad.
Es música negra, al estilo de llamada y respuesta, con mucha percusión. Las
Gaitas eran religiosas pero cambiaron después.
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