lunes, 29 de septiembre de 2014

GAITAS (MACHO Y HEMBRA)


LAS GAITAS MACHO Y HEMBRA


Sin lugar a dudas estos dos instrumentos podrían catalogarse como los más originales en su construcción, los más auténticos por ser decididamente los utilizados por los indígena y las mezclas de razas de la Costa Atlántica y porque, además, logran los más excitantes y bellísimos sonidos, únicos en Latinoamérica que yo sepa, y con los cuales se conformaron, la Cumbia, el Mapalé o Berrinche y el Porro, además de otras formas derivadas, como la Gaita. Todo esto creo que ya está ampliamente conocido, al menos de unos cuantos colombianos enamorados de nuestros antecedentes y de nuestras propias expresiones. Se sabe cómo se hacen, cómo se utiliza la cera y se entierra en ella el cañón de una pluma de ave; cómo las dos gaitas, la macho y la hembra, —al igual que en las escuelas de los niños en Grecia con el Aulos macho y hembra, según Salazar—, se acompañan, se ayudan en sus improvisaciones, pues anteriormente la música seguía teniendo el poderoso encanto de lo que se improvisaba emocionalmente ya que no existían formas musicales definidas, improvisaciones que como en la época de San Ambrosio o San Agustín surgían espontáneamente, corno surgían entre los indígenas o los negros, grupos que ya en vez de cantar con la voz, cantaban con las gaitas excitantes, sin medición de tiempo, o condiciones formales, digo, todo esto o algo más se sabía de las gaitas pero para mí seguía siendo un misterio el nombre pues aunque siempre he pensado, y sigo pensándolo que fue el nombre que los mismos españoles le dieron al escuchar estos instrumentos, no podía creer que fuese un instrumento parecido a la gaita escocesa que tiene el zurrón de aire con el cual continuamente se producen los sonidos, para mi gusto, algo parejos por tener la misma presión, y que en nada se parecen a los de nuestras amadas gaitas macho y hembra de la Costa atlántica, tocadas por los indígenas principalmente y adoptadas fraternalmente por negros y mestizos.
 
 
 
 ¿Por qué, por qué las llamarían gaitas? Bueno, he encontrado finalmente algo interesante que podría dilucidar ese enigma que me molestaba tanto. John Storm Roberts, en su libro La música negra Afroamericana, se refiere a un apasionante tema, el “arabismo”. Nos dice por ejemplo que, “el enfoque melódico árabe, relativa­mente sencillo, pero largo y muy ornamentado y ca­racterístico, se abrió paso en la música africana”. Nos recuerda que en la Edad Media, Tamboctú era una gran ciudad universitaria, y había tanto movimiento dentro del mundo árabe musulmán como en la Euro­pa medioeval. También lo ochocientos años en que España se dividió en dos, tanto cultural como espiri­tualmente: los llamados reinos mozárabes cuya capital era Sevilla, y el área cristiana, cuyo centro era Zaragoza. Nos cuenta de cierto “canto recitativo sin es­tructura métrica obvia y una gran cantidad de orna­mentos; un tono de canto áspero y nasal”. Posterior­mente a manera de coda, nos dice algo mucho más interesante que es lo que cito textualmente: “Dicho sea de paso, un oboe moro, llamado Rhaita se encuen­tra en España (donde se lo llama gaita) y en el Africa Occidental (los hausas lo llaman Alghaita)”. Esto nos aclara y nos confunde a la vez. Nos aclara el por qué se le llaman gaitas a las nuestras macho y hembra. No hay dudas que se parezca el sonido al oboe más que a la gaita escocesa. Pero ahora nos surge otra pregun­ta: ¿Acaso sería que ellos traerían esas gaitas...? Ha­brá que ahondar más en esa investigación para decidir si las gaitas que usan los Indios Ijca fueron productos de sus culturas o de otras culturas precolombinas, lo cual me inclino a creer, o si por el contrario, los espa­ñoles y hasta los negros trajeron esos instrumentos que de pronto fueron adoptados. Para mí, todavía pienso que los españoles al escuchar estos instrumen­tos de los indios de la Sierra Nevada, los bautizaron con el nombre de gaitas por parecerse a las Rhaita o Alghaita que eran gaitas precursoras del oboe. Y lo de macho y hembra...? Me aventuro a pensar que eran expresiones naturales de quienes no tenían el pudor o complejo de ver las cosas por su naturaleza masculi­na o femenina. Bastaría ver representada alguna obra de Aristófanes para saber que el sexo, los ademanes, las palabras, servían de un cierto gozo refinado, de burla a lo más “sagrado” del hombre, que se entendía de otra manera. Ya lo dijimos, los griegos usaban tam­bién la palabra macho y hembra para el aulos, el ins­trumento dedicado a Dionisios. En todo caso, ahora tenemos que las gaitas podrían ser instrumentos con palabras que implicarían procedencia española, negra o árabe e indígena colombiana. No hay misterio algu­no. Los instrumentos musicales apenas son medios u­tilizados para expresar cierto tipismo expresivo. Los instrumentos existen y se escogen. Recordemos el Laúd, que después de miles de años, renació en la Eu­ropa de siglo XI, la Kena o Flauta de pico de la cultu­ra Salmar, Mochica o Chimú y la misma cultura Inca, que ahora reaparece como reapareció entre los hippies de la Edad Media en Europa.



Vale la pena citar también la llamada Gaita, en las cercanías de Maracaibo, una especie de canción de navidad. Es música negra, al estilo de llamada y res­puesta, con mucha percusión. Las Gaitas eran religio­sas pero cambiaron después.

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